viernes, 18 de diciembre de 2015

ESTA TEMPORADA NO JUZGO, COMPARTO SOLO COSAS BUENAS

En esta temporada, no critico, no juzgo, convivo sanamente y comparto solo cosas buenas y positivas.

Casi todos los habitantes de este mundo somos adictos a las generalizaciones, y soltamos opiniones sin meditarlas ni evaluarlas, vamos soltando opiniones sin fundamento alguno que, aparte de ser falsas e injustas, dañan la buena fama de los otros.
¿Por qué nos atrevemos a emitir opiniones tan drásticas sobre la conducta de los demás? Quizá porque nos tranquiliza pensar y decir: no soy como ellos, cuando estamos siendo mucho peor: orgullo y presunción.
En realidad no sabemos nada del microcosmos que es cada ser humano, y nos produce un cierto placer juzgar sin tener elementos suficientes para lanzar una opinión que daña la buena fama y a veces el honor de los demás. Pensemos que ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos y, por lo tanto, no tenemos ningún derecho a juzgar a los otros.
Te has puesto a pensar alguna vez ¿De dónde proviene la información que tenemos y creemos que nos da la opción de juzgar a los demás?, ¿es confiable? A veces tiende a falsear los hechos y origina prejuicios que son muy difíciles de eliminar una vez que son emitidos, se quedan en la mente como verdades que serán imposibles de borrar más tarde. Es por eso que la próxima vez que quieras emitir un juicio, lo pienses dos veces y analices de donde proviene la información.
Hoy en día, el mundo está indigesto de información, sobre todo los medios electrónicos nos tienen saturados de noticias intrascendentes sin ningún valor, solo tratan de mantenernos pegados a los medios para manipular los sucesos y asustarnos, irritarnos o desesperarnos. De los cientos de noticias que te ofrecen, solo unas cuantas son importantes y verdaderas, las demás son mentiras o exageraciones para mantener a los oyentes o lectores, cloroformizados para evitar que piensen o tengan un criterio adecuado para formar su propia opinión.
Evitemos pues esa plaga social de juzgar sin tener elementos para ejercer la crítica mordaz y malévola, que envenena las relaciones interpersonales, convirtiendo a la sociedad en una selva humana donde reina la ley del más fuerte, y el miedo hace presa de las almas, acabando con la armonía de una convivencia en paz y eliminando el amor que nos redime y humaniza.
Escuchemos los dictados del corazón y busquemos en nuestro interior la alegría que nace de conquistar constantemente la paz, que nos permite vivir sin sobresaltos.
Resumen de la carta: No juzguemos, para que no seamos juzgados de Mario Medina Correa (MAC)

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